El paladar no engaña cuando se trata de trufa. Este hongo subterráneo, con su aroma inconfundible y su sabor envolvente, tiene el poder de transformar incluso el plato más sencillo en una experiencia gastronómica inolvidable.
Detrás de cada plato hay una historia, y en el caso de la trufa, su relato comienza en los bosques y en los suelos arcillosos de nuestras campañas. Las trufas, que crecen en simbiosis con las raíces de árboles como las encinas y los avellanos, son recolectadas por buscadores expertos y sus fieles perros. Este vínculo entre el hombre y la naturaleza es un ejemplo perfecto de la filiera corta que caracteriza nuestra tradición culinaria.
Como chef, he aprendido que la técnica es fundamental para realzar los sabores. El tartufo merece un tratamiento especial: es preferible utilizarlo crudo, rallado sobre platos calientes como risottos o tagliatelle, o en láminas sobre un huevo poche. Cada método de preparación exige una comprensión profunda de sus características, desde el terroir hasta la elección adecuada de ingredientes.
La tradición del tartufo en Italia es milenaria y está arraigada en la cultura campesina. Desde la fermentación de sabores hasta las recetas regionales, el tartufo simboliza una cocina que celebra la estacionalidad y la sostenibilidad. Cada región cuenta con su tartufo distintivo, desde el tartufo blanco de Alba hasta el tartufo negro de Norcia, cada uno con un perfil de sabor único e inconfundible.
Te invito a explorar el mundo del tartufo a través de un plato que narra su historia. Imagina un risotto cremoso, enriquecido con una generosa ralladura de tartufo blanco, mientras su aroma embriaga el ambiente. Este es el instante en que la cocina se transforma en poesía y el paladar se inunda de sensaciones. Vive la experiencia gastronómica del tartufo y déjate llevar en un viaje sensorial que celebra la riqueza de nuestra tradición culinaria.





